Con una bolsa de yute amarrada en círculo alrededor de los pies, con las manos y brazos abrazados del tronco de aproximadamente 25cm de diámetro, el cosechador Wilberto empieza a ascender la palmera, esquivando las ramas y hojas de los árboles que lo rodean hasta llegar a los frondosos racimos de asaí a 25m de altura del suelo, estos se ven maduros y pintones como una mora.
Mientras nos demuestra como solían cosechar asaí, de esa forma desprotegida, nos relata los riesgos que corrían los cosechadores todos los días al cumplir su labor. Wilberto Herrera, cosechador de asaí de la comunidad 1ro de Mayo, en Santa Rosa del Abuná, es uno de los muchos que llevan más de 10 años trepando palmeras en búsqueda de este delicioso fruto. Cuenta que en su juventud él trepaba entre 30 a 35 palmeras en un día, de hasta 30m de altura, hoy trepa entre 20 a 30. Debido a la gran exigencia física requerida, muchos sufrían de calambres o desmayos, amenazando sus propias vidas al encontrarse a varios metros del suelo.
En un cambio de tono, con el pecho inflado de orgullo, muestra su Arnés de seguridad para el ascenso de palmeras y cosecha segura de sus frutos, que al igual que una armadura de guerra lleva las marcas de su uso y fiel compañía. Mientras lo va vistiendo para luego trepar esa misma palmera, explica todos los impactos positivos que este artefacto ha causado en su trabajo. Confiado en la solidez del arnés atado al tronco, suelta una mano, y sacando su machete limpia las ramas que podrían lastimarlo o estorbar su labor. Al llegar al tope, junto los ramos llenos de asaí en la parte más alta, suelta ambas manos, pies y dice: “Si mediera calambre, desmayo o estoy muy cansado, puedo descansar en seguridad unos segundos con esta hermosa vista”.
El año 2017, tres profesionales especialistas en Manejo Forestal de nuestra organización Conservación Amazónica–ACEAA, al observar el riesgo que corrían los cosechadores de asaí al ejecutar su labor diaria y escuchar de desafortunados sucesos donde algunos perdieron la vida, iniciaron con el desarrollo de diversos prototipos de arneses. Con el conocimiento técnico y de la mano de los cosechadores, se elaboraron ejemplares que respondan a sus necesidades. Finalmente, el 2020 se obtuvo la versión final, la cual se patentó exitosamente en Senapi: un arnés cómodo, amigable en su uso y primordialmente, que provee la seguridad requerida a la vida de sus usuarios.
El día de hoy, este artefacto es utilizado en más de 20 comunidades productoras de asaí en el bosque Amazónico de Pando en Bolivia. Donde mediante los proyectos, se realiza la entrega a los cosechadores del arnés de seguridad y resto del equipamiento (botas con suela de goma, lona y machete de ala corta), que sin falta va acompañada con una demostración y capacitaciones en buenas prácticas de cosecha para el uso correcto de estos.
A cuatro horas de Santa Rosa del Abuná, en el municipio de Porvenir, otro cosechador de la comunidad Trinchera, Lixpar Lima, viste su arnés como cual trabajador vistiendo su uniforme. Con un dominio y facilidad que solo otorga la práctica; empieza a trepar la palmera con la rapidez de un niño, remueve el ramo de asaí, sin lastimarla, y en unos segundos, nos da encuentro en el suelo tras deslizarse por el tronco de la mano del ramo de asaí, que puede llegar a pesar hasta 20kg.
La zafra (época de cosecha) del asaí inicia en abril y puede llegar a finalizar el mes de agosto, donde los cosechadores entran al bosque silvestre en búsqueda de estas palmeras, abriendo senderos, con su arnés de seguridad y el resto del equipamiento, empiezan a ascender en búsqueda de este super alimento. Luego de llevarlo a las procesadoras, donde se realiza el despulpado correspondiente, sale al mercado para sus diversos usos: helados, repostería, gastronomía, etc. Aunque el consumidor no tuvo el privilegio de ser testigo de este proceso, sin saberlo, está apoyando a la conservación del bosque Amazónico y sosteniendo la ardua labor de los cosechadores que viven abrazados a la palmera con toda seguridad.
